Mi yo que busca el pájaro.
Dónde dejar el miedo.
Dónde enseñar mis ganas
exponer mi piel
retomar mi cielo.
Ir al arroyo con mi nombre
para esconderme.
Que caiga la noche,
no quiero verme
Nos prometimos las ganas y nos perdimos en cada una de nuestras entrañas.
Cambiar de aires
y la respiración ya no es la misma.
Siento caminar sobre mi piel bichos
hormigas
dentro de mi cuerpo
esa sensación
ese miedo
ese daño
ese asfixio que tanto ahoga
ese nudo en la garganta
ese miedo a mirarte a los ojos.
Pasa el tiempo y duele.
Te aferraste al adiós y a la despedida
porque no creíste en nosotros
porque apenas ahora sé que nunca nada fue para siempre
porque apenas ahora sé que apenas nunca estuviste a mi lado.
Cuántos años de raciocinio humano para no aceptar el presente.
Cuántos años de raciocinio humano para desistir a la primera
para salir corriendo a la primera
para huir a la primera.
Me da más miedo mirarte y perderme de nuevo que dejarte ir.
Así hablaste de ti conmigo siempre
te escuché observar el miedo
te vi abrazar el miedo
te besé mientras te estabas yendo
y jamás entendí tu adiós.
Añorar mis dedos en tu espalda.
Marchas como si mañana no quedásemos en pie.
Como si la fuerza que conseguimos hubiese desaparecido.
Como si nuestro hoy no fuera más que el ayer metido en una botella y tirado a la basura.
Esperar a que nuestro miedo no sea más que pasajero.
Como coincidir en esta vida una segunda vez
si la primera la dejamos pasar
si la primera la hicimos irse
si la primera la primera ya no es más que tiempo pasado.
No es más que reloj roto
reloj sin fuerza.
Te esperaré con las manos abiertas
haciendo de esta jaula
el hogar donde dormir y ahuyentar el miedo.
Sólo tú como crecimiento.
Sólo tú como libro de vida.
Sólo tú como guía en este camino empedrado.