Me preguntaste que
qué coño me metía.
Y te respondí
que me metía
todo
de ti.
No hay nada más insano
ni jodidamente vicioso
que tu olor
entrando en mi.
Soy de orgasmos
difíciles,
pero tú los haces
demasiado fáciles.
Sangraremos líquidos extraños
por habernos quedado sin sangre.
Por habernos chupado la sangre.
Por habernos robado la sangre.
Perderemos la conciencia
por llenarnos de placeres
experimentados en los suburbios
de la mente.
Por eso me quedo aquí,
contigo,
esperando
que el infierno
acepte a gente
que podría estar en el cielo,
pero no quiere.
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