Me he visto con las manos atadas.
Acorralada entre espinos
y sin apenas fuerzas para caminar.
He resumido mi vida
como si fuera un cómic
y acabada estuve por el malo de la historia.
Y resurgí de las cenizas.
Resbale como lo hacen las canicas
al caer por las escaleras.
Hice ruido con cada pisada por querer
mostrar
que he llegado
y que me queda mucho por andar.
He llorado lágrimas de cal viva
y así acabé con mi dolor,
He reído
y un canario me hacía un soliloquio de fondo
acabando con cada silencio
que había entre risa y risa.
Aposté por lo que menos confiaba
y me escupió en la cara
la maldad
incrustada
en un cobijo.
Por brazos tengo ramas
con astillas
incrustadas en la calma.
Las piernas convertidas en asfalto.
Y yo, quieta,
Aprendí que la sonrisa
-a veces-
es lo único que nos queda.
Pero siempre es lo más bonito que nos llena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario