Crezco echando de menos las botas de agua
y navegando en el vacío del crecer
sola.
Me veo en el reflejo
del incontrolable paso del tiempo
con más años que ayer,
creciendo a pasos de hormiga
con más sonrisas que antes
y menos miedo al fin
del último bostezo.
No vivo para estar a tiempo,
intuyo cada uno de los pasos que tengo que dar
y todavía estoy
como sin ganas
en la curva que separa
el destino
de la suerte.
Me levanto madrugando entre cada mota de polvo
-silenciosas notas voladoras-
acurrucada en la manta
y aún me pregunto si seremos
los únicos que
sin tener alas
volamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario