miércoles, 29 de agosto de 2018

04-12-2017

Cuando duele tanto algo que te has quedado sin sonrisa.
Cuando me paso los minutos de esta noche con el cigarro en la mano.
Cuando sabes que no cambiará nada y que en vano son los sentimientos que te pululan por dentro.

Cuando duele tanto algo que te has quedado sin sonrisa.
Cuando te tengo delante y no pienso más que en ti, y tú en ella, y ella ya no está
y tú estás aquí, conmigo
y yo estoy aquí, sola.

Cuando duele tanto algo que te has quedado sin sonrisa.
Cuando te miro a los ojos buscándome y no me encuentro.
Cuando sé que no voy a encontrarme nunca.
Cuando me da rabia no haber sido quien corriese primero.

Cuando duele tanto algo que te has quedado sin sonrisa.
Cuando te beso y pienso en nosotros.
Cuando me besas y piensas en vosotros.
Cuando llego y te veo en mí.
Cuando llegas y te ves en ella.

Cuando cada segundo que pasa es un segundo más de miedo a que llegues y me digas que te vas.
Que lo dejas todo.
Que ella ha vuelto.
Y yo no podré hacer más que reír contigo y llorar de felicidad,
porque volverás a reír.

Y yo no podré hacer más que volver a casa y llorar.
Llora r de rabia.
Te veré feliz y eso apaciguará mis nervios.
Porque te habrás ido y serás feliz.
                                                      Pero no conmigo.

"El aleteo del ave salvaje"



Nuevo vídeo en youtube.
(Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=yN_I34s2AtI&list=PLlIshiFYj0A14qkKPlGI5tcNGmFn_cF46&t=4s&index=7) 


Música: Efe Navas
Vídeo: Dhyana
Sonido: Junior, Colectivo La Cancha
Edición: Sergio Escribano


viernes, 17 de agosto de 2018

La Satine, de Gatta Cattana




LA SATINE

Pero yo nunca fui Helena.
Yo nunca fui Helena y ni siquiera Penélope.

Yo nunca fui ese tipo de princesa
que espera sentada escuchando
odas a su hermosura.

Porque yo era más la Satine,
la Agripina.
La Teodora de Bizancio que administraba
y quebraba imperios con una palabra.

Porque yo era más la Salomé
y exigía cabezas
y exigía sangre y acción
en los pactos.
Exigía muestras de cosas imposibles
y ahora me traes Saturno
y mañana te pediré Júpiter.

Todo fue divertido hasta que viste
que mi guerra jamás acabaría
porque yo era la guerra y la guerra
era yo.
Porque llevaba la polémica en las raíces
y jamás me bastó
la mera existencia.

Y entonces venían los días torbellino
en los que ponía el mundo del revés
y escupía espumarajos y gritaba profecías
como Casandra en sus peores rachas.

Venían los días estándar en que
lloraba como una niña que apenas piensa
en imágenes y pataleaba
como intentando apartar semejante carga,
la nada, el sinsentido que es todo
y la responsabilidad de andar
con la cabeza erguida.

Además tu ya sabías de
mi estúpida manía de
creerme la Gorgo de Esparta,
la Cleopatra de Egipto,
y la peor de las Erinias,

la novia en la boda
y el muerto en el entierro.

Y a mí siempre me ha gustado
ir a verte con los ojos de Medusa,
con los pelos de Medusa
y el lenguaje de Medusa
a ofrecerte rituales tentadores
de pecados y manzanas
donde sólo tu sabes paliar
los días estándar,
los días torbellino,
la carga.

Donde sólo tu sabes hacerme creer
la diosa de la disputa,
la Juana más loca de todas
y la Medusa más Medusa
que jamás haya visto la historia.

Y en eso te doy la razón.

Porque yo nunca fui Helena.
Yo nunca fui Helena y ni siquiera Penélope.