lunes, 22 de julio de 2013

Venga.

Enciéndete un cigarro
y échale algo para acompañar,
para que esta noche
no solo te acompañe la luna,
para que esta noche
no solo te acompañe la oscuridad.

Apágate el cigarro, 
echa el humo y bésame en
la comisura de los labios.
Y empieza a bajar.

Deja abierta la ventana
para que la luna nos alumbre
y nos enseñe el siguiente punto de la piel
en donde hay que acariciar y besar.

Y haz eso. Acaricia y besa, 
sin parar, 
cada milímetro de mi piel. 
Hazme sentir. 

Seré tuya una noche. 

Una sola noche. 

Decide bien lo que quieres hacer... 

                                         y hazlo. 


lunes, 15 de julio de 2013

Lo siento.

Lo siento.
Siento haber perdido los papeles
cada vez que te tuve delante.
Siento haberte escrito
demasiadas sonrisas en la cara.
Siento haberte creado tantas lágrimas
como para llenar el mar.

Lo siento.
No sabía lo que hacía.
No sabía que tus sonrisas
ya tenían dueña.
Ni que tus ojos
ya tenían otro ojos
en los que se perdían.

Lo siento.
Mis manos te buscaban
justo cuando tus manos
buscaban otras manos.
Mi piel quería tenerte
cuando tu piel
quería tener a otra.
Mis labios querían recorrerte
tal y como hacen los tuyos
en otro cuerpo.

Y ya no sé que decirte...
Ah, si.
Que lo siento.

jueves, 11 de julio de 2013

Perdona que te espere.

Me prometieron un cielo
lleno de estrellas,
besos, caricias,
gemidos y orgasmos.
Y más que eso
no obtuve más que una sobredosis
de lágrimas desenfrenadas,
de peleas sin sentido,
de pensamientos moribundos,
y deseos de desaparecer.

A pesar de todo
aguantaba con la esperanza
de llegar a ese paraíso
en el que entras de pie
y sales volando.
Donde empiezo comiendo golosinas
y termino comiéndote a ti.
Donde sonrío al cielo
y me sonríe el suelo.
Donde me tiro al suelo
y aparezco en el cielo.
Por eso, perdona que te espere.

Nunca supe hacia donde mirar en el mar.
Por quién reír.
Ante quién llorar.
A quién perseguir.
A quién olvidar.
Por quién pelearme.
Por quién obsesionarme.
Hasta que llegaste tú.
Por eso...
Perdona que te espere.

miércoles, 3 de julio de 2013

Moriré en mi propio infierno.

Moriré en mi propio infierno.
Ese que me dejaste
cuando decidiste marcharte
por la puerta
y no volver.
Ese que me quedó
cuando tus ojos decidieron
dejar de mirarme
y tu boca
dejar de besarme.
Ese que me llegó de golpe
una noche
y me hizo ver que dejé
de ser tuya
hacía mucho tiempo.

Moriré en mi propio infierno.
Que es muy parecido a
caminar sola
por una calle vacía
en plena noche
sin nada al rededor.
Que es muy parecido
a mirar por la ventana
lo lejos que queda el mar
y lo cerca que queda el asfalto.
Que es muy parecido
a sonreír para que nadie pregunte
"que te pasa".

Moriré en mi propio infierno.
Ese que decidiste crearme
cuando dijiste que
ya no era lo de antes.
Cuando dijiste que
ya nada era igual.
Cuando el cielo decidió
llover sobre mí
días tras día,
sin dejarme ver el sol.

Moriré en mi propio infierno.
Igual que mueren
las lágrimas al caer al suelo.
Igual que muere tu risa
al cruzar la esquina.
Igual que muere mi sombra
al acabar el día.

Sin tu saberlo
y
sin quererlo
(O a lo mejor
lo quisieras un poco)
yo...
Moriré en mi propio infierno.