Y que no son los sueños de la noche los que me importan.
Que me levanto cada día y todavía pienso en todo aquello que me he perdido y me perderé.
Por eso salgo y lucho contra el tiempo.
Los segundos que pasan
arrancándome la piel
sin dejarme sentirlo
son los que me devolverán
la nada
cuando caiga y nadie me recuerde.
No obstruyo el paso a los viandantes.
Ellos me lo cortan a mí,
y yo, como si fuese un hilo
cosiendo las aceras
y yo,
como si no me aguantase
las ganas de mirar a los ojos...
Y que no son los sueños de la noche los que más me importan.
Son los míos,
los de la manada que recubre el mundo
con las ganas volando entre nosotros.
Diciendo "ojalá" con la boca pequeña
y gritando "ahora".
Porque no les tenemos miedo.
Nos han criado entre luchas
diarias
desgastándose las manos
y destrozándose los pies.
Nos han sacado de apuros.
Nos han enseñado a salirnos con la nuestra
y demostraremos que no ha sido en vano.
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