viernes, 17 de mayo de 2013

-

Yo, antes, no sabía hablar de tristeza. Esa palabra ni si quiera existía en mi vocabulario. Pasaba vagamente por mi cabeza, pero nunca supe qué era eso exactamente. Despertaba, y vivía. Sonreía. Estaba feliz.
Pero un día, no sé como, todo se desplomó sobre mí. Una palabra, una noche. Una larga noche. Una lágrima. Y tras ella, otra. Y así. Un cigarro. Una espiración. ¿Una solución? Pocas. ¿Validas? Ninguna.
Un cigarro apagado, y encendido otro. Y así.
Y todo daba vueltas. No, nada paraba.
Que extraño, nunca antes me sentí así. Era algo así como... Tristeza. Si. No. No lo sé. Yo y mi bipolaridad.
Podía ser tristeza, pero no estaba segura. A veces me daba por fumar y fumar. Pero esta vez no era igual.
Había algo diferente al resto de veces. Me desplomé en la cama, y volví a llorar. Si, estaba claro. Era tristeza.
Eso que antes nunca supe que era. Eso que anhelaba por saber qué sentía la gente al estar triste. No sé si a todos les pasaba lo mismo. Solo sé que no podía dejar de llorar y pensar que lo había perdido todo. Cuando todo se va a la mierda, es cuando sabes que estás triste. Me di cuenta en ese momento.
Sonrisas que desaparecieron. Esperas interminables a que terminara el día. ¡Esperas interminables a que apareciera una sola palabra de su boca! Pero no.. Algo me decía que nada volvería a ser como antes.

 En ese momento, todo me salía mal. No podía hacer ni lo más simple.
Hasta ahora, todo me ha seguido saliendo mal, sin seguir poder haciendo lo más sencillo del mundo.
Quererte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario