miércoles, 29 de enero de 2014

Me levanté y ni sabía por qué.

Un día, me levanté destrozada. No había soñado más que gente cortándose las venas, tirándose por puentes, destruyendose a si misma creyendo que cambiarian las cosas, sonriendole a la muerte, bailando con ella, tendidas del techo ¿con una soga?, no lo sé, podría ser con un cinturón, con los cordones de las zapatillas rojas olvidadas en el armario, con el cordón umbilical del último hijo que tuvo, esperando a qué alguien llegue a tiempo para salvarlas.

Un día, me levanté destrozada, veía a la gente sonreír siendo feliz, veía a la gente gritar de felicidad, oponiéndose a la tristeza, echándole cara a los destrozos; jugando frente a frente, cara a cara contra la Muerte.

Un dia me desperté sentada en la cama, en una postura imposible, gatita, de conseguir en una persona normal.

Ese día, me convencí de que yo no era normal. Me desperté tendida en el suelo, con las venas cortadas con dos cuchillos diferentes de la cocina, le sonreí a la muerte, decidí bailar con ella en los abismos.

Un día, me desperté en una postura imposible para la gente normal.
Colgada del techo. ¿Con una soga? No lo sé. Podría ser con un cinturón, con los cordones de las zapatillas rojas olvidadas en el fondo del armario o con el cordón umbilical del hijo que nunca tuve.

Un día me desperté, cariño.
No sé ni cómo, ni por qué, pero estaba en una postura imposible, gatita.
¿Con una soga? No lo sé. No lo recuerdo.

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