domingo, 8 de junio de 2014

Para existir ya estoy yo.

Que pena me da verte al fondo del bar
y saber que ya no hay un nosotros
aunque solo fuésemos un nosotros
un par de horas al día
un par de días a la semana.

Es estúpido esperar que ese día
en plena Plaza de España
puede volver a ser nuestro.
Y también es estúpido pedirle
a Dios, a Alá o a Dumbledore
que ese sitio deje de ser tuyo y suyo
-vuestro-
para que vuelva a ser nuestro.
No es estúpido porque no exista
ninguno de esos tres,
si no porque ni tú lo quieres.

He aguantado que se me escapen
las lágrimas delante tuya,
no porque no te guste que la gente llore delante tuya,
si no porque no serviría de nadie,
y por mi.

Porque prefiero llorar a solas,
con un cigarro en la mano,
sin decir una sola palabra.
Dejé de llorar por la noche para dormir,
y llorar por el día, al Sol,
que al menos seca
de alguna manera
-y al contrario que tú-
cada una de las lágrimas
que me has hecho derramar.

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