miércoles, 25 de enero de 2012

Un rayo de luz.

Un rayo de luz alumbra mi cama. Un rayo de luna que entra por ella. Un tan fino como sus labios. Tan brillante como sus ojos. Tan especiales como él.
Un rayo de luz se queda en el alféizar, sigue sobre las mantas y se pierde en la pared. Mis ojos recorren si camino una y otra vez. Mis ojos miran el principio, el final y el medio. Busca huellas de aquella noche en la que él estuvo ahí. Un noche. Una noche demasiado breve al comprarlas con las otras.
Fue un beso lo que hizo que aquella noche desapareciera volando, rápida, como el suspiro de una niña enamorada.
Aquel beso se fundió en un abrazo y este de nuevo en un beso.
Una mirada. Una caricia.
La ropa estorbaba.
Las mantas caían.
Las miradas hablaban.
Y los besos volvían...

De repente, mientras mi mente volaba en los recuerdos, una lágrima cae por mi mejilla. Rueda hasta mi barbilla, cayendo sobre mis piernas. Mi habitación está llena de humo de los cigarrillos que se han consumido en mis labios. Necesito un poco de aire. Abro la ventana y poco a poco me sereno. Las lágrimas no brotan más por ahora. El humo se va disolviendo poco a poco. El rayo de luna ya no está. Miro el reloj. Son las 4 de la noche. Mierda. A esta hora él se estaba yendo. Se fue y ya no volvió. Peleas y más peleas. Ha pasado ya un mes y no  he vuelto a saber nada de él. Ahora, en la ventana, vuelven a saltarme las lágrimas. Sé que no volverá, sé que lo he perdido. Y no hace falta que me lo diga, no hace falta que lo pregunte.
Lo noto en su mirada. En su sonrisa también. Ya no sonríe cuando me mira. Es más, ya no me mira.
Es difícil ver como la persona que quieres no te hace caso. Es muy complicado pensar en él a sabiendas de que él no está pensando en ti. Es verse en el espejo u, donde antes le veías a él, ahora no ves a nadie. Ahora a tu lado hay ausencia, la desesperanza de tu mirada. Ya no tienes sus camisetas en tu armario. Tus sábanas ya no huelen a él.

El cigarro se consume en tus labios. El humo desaparece, se evapora hacia el cielo. No hace ni frío ni calor. Estás mareada. Te echas en la cama. Duermes, te dejas llevar a los sueños.
Y vuelves a soñar con él...

martes, 24 de enero de 2012

No pasa el tiempo.


Que me escuchas, pero no me oyes. Que me miras, pero no me ves. Que me cruzas con la mirada, y no te das cuenta de que lo noto. Me tocas, pero no me sientes. Me abrazas pero no me notas. Que me besas, pero no me deseas.

Que estoy delante de ti, esperando, mirando el reloj cada dos por tres. Buscando el momento perfecto, buscando estar solos, los dos, bajo un árbol que nos dé algo de sombra, o simplemente un poco de intimidad. Y espero.

Y no pasa el tiempo, y no llega ese momento, y no pasan las horas. Ni siquiera los minutos. Simplemente, el tiempo se ha detenido. El aire ha dejado de soplar, la gente pasa de nosotros. Nosotros seguimos aquí, haciendo el tonto. Riéndonos, bebiendo. Olvidándonos de nuestras penas. Perdiéndonos dentro de nosotros mismo. Sin saber lo que queremos hacer en el fondo. Bueno, sí lo sabemos, pero no lo hacemos. Qué pena, el tiempo pasa y no te acercas. Me miras de lejos, sonríes, y vuelves a tu copa. Pasa la noche, poco a poco. Canción tras canción, baile tras baile.

De pronto, alguien me coge de la cintura. Me aparta a una esquina vacía, lejos de la gente conocida. Me miras a los ojos, y me doy cuenta de que si me miras, y me ves; si me escuchas y me oyes.
Si me tocas y me sientes.
Si me abrazas y me notas.
Si me besas y me deseas.

sábado, 21 de enero de 2012

Y nada más.

No te pido que me ames toda la vida.
Ni siquiera que me odies.
No quiero que me dejes una noche para ir de te fiesta mientras yo te espero sentada en mi cama.
No te pido que me hagas reír día tras día.
Ni siquiera que me hagas llorar.
No quiero que me hagas callar cuando yo solo quiero hablar.
No te pido que me hagas rabiar con tus tonterías o tus enfados.
Tampoco que me hagas gritar cuando no me aguanto las cosquillas.
Ni siquiera que me persigas cuando me voy corriendo.
No te pido que me bajes la luna.
Ni el sol,
ni las estrellas.
Ni siquiera que me regales una de ellas.
En realidad, poco te pido.

Solo te pido que estés conmigo,
en los buenos momentos.
En los malos momentos.
Incluso cuando ríe.
Incluso cuando llore.
Que estés al día siguiente con la resaca a mi lado.
Solo te pido que me mires en silencio y
que tu mirada me eleve a las nubes.
Que tu boca esboce una pequeña sonrisa
cuando me mires y me persiga en silencio cuando me voy.
Solo te pido que me abraces y me des un beso.
Que me hagas indefensa a tu lado.
Que me busques cuando me pierdo,
que me encuentres cuando no estoy.
Solo te pido que cuando me encuentro mal, me busques bien.
Solo te pido que estés conmigo día a día, y que cuando te canses, me lo digas.

Solo te pido esto.

Lo prometo.

Nada más.


miércoles, 18 de enero de 2012

Y vuelvo a caer rendida a ti...

Y no era una sonrisa de mentira, era una pequeña sonrisa, acompañada de una bajada de la mirada hasta el suelo. Un paso tras otro. Una sonrisa que se nota, un olor que se siente. 
Y otra mirada. 
Y otra sonrisa. 


Y una tontería que vuelve a nuestras cabezas a la vez, y como si me hubieses leído la mente, nos reímos de los mismo. Y desde una esquina a otra, con mesas de por medio, las miradas salen por sí solas. Y las sonrisas. Y los recuerdos. 
Miramos la hora, ya va siendo hora. Ponemos rumbo a las clases, empujones a lo tonto, gritos y risas. Y se abre la puerta, la sujetas, me dejas pasar. Espera, no corras. Ir al mismo ritmo, en la misma fila. Hablando entre todos, y nosotros con las respiraciones.
Y otra mirada.
Y otra sonrisa.

En las escaleras, cada uno por su lado. No me preocupa. En tres horas volveré a verte. En tres horas, volveré a perderme en tu mirada. Volveré a inyectarme sonrisas en vena. Las tuyas, me llenan de vida. Me encantan. Ya en casa, conectada. Espero. Te conectas, hablamos.
Hablamos, nos reímos. Decimos tonterías. Sonrisas y sonrisas que, aunque no se ven, sabemos que están ahí. Decimos de quedar, ¿por qué no? A dar una vuelta, tampoco pasará nada. Además, tengo ganas de estar con él. Solo con él. A solas, sin nadie que interrumpa las miradas.
Y otra mirada.
Y otra sonrisa.

Y ahí estás. Delante de mí, sentados en un banco. No sé lo que hacer. Sé que quiero hacer algo, pero no sé si es el momento. Te miro, me miras. Y sonríes, y me pierdo en tu sonrisa. Ya sabes, me encanta. Y de repente, no sé como ha pasado, pero te estoy besando.
Y ya está, ya no me hace falta nada más. Caigo rendida a tus pies. Y me río, y te ríes. Nos reímos. Será por los nervios, o por que pensamos que nunca pasaría. O simplemente por que no sabemos que decir. O por que las tonterías vuelan a nuestras cabezas.
Y otra mirada.
Y otra sonrisa.
Y un beso.

Una despedida. Otro beso, un abrazo. Una pregunta. "¿Sales conmigo?". Una sonrisa y otro beso crean un pacto. Una perfecta armonía entre dos personas. Entre nosotros. Una despedida, otro beso. Echarse en la cama, acostarse. Recordar lo sucedido, y sonreír. Es verte, y volver a caer rendida a ti.
Y otra mirada.
Y otra sonrisa.
Y otro beso, clavado en la cabeza.

Y tan pronto como recuerdo todo, me despierto. La luz de mi cuarto se enciende, el desayuno está listo.
Me visto, me preparo, y bajo a la calle.
Llego al instituto, te veo... Y vuelvo a caer rendida a ti...

lunes, 16 de enero de 2012

Esperas.

Son esos momentos en los que no sabes que hacer; en los que por más que buscas, no encuentras la salida; en los que por mucho que esperas, el tiempo no pasa. Es en esos momentos cuando al leer poesía, la lees de una forma especial, diferente, con un tono de voz completamente diferente, con un sentimiento que no sabías que podías sentir, pues lo que lees, te llega. Te llega bien dentro, a algo que la gente conoce como alma. O simplemente en el corazón, o el cerebro, pero te llega. Y te hace sentir bien o mal, depende de como te encuentres. Si estás enamorada, lees poesía, y consigues leer entre lineas lo que de verdad quiere decir el autor, consigues descubrir el por qué esta escrito así, que sentía el autor en ese momento. En cambio, no leas poesía cuando estés triste, no dejes que la tristeza te llene como lo hace en esos momentos. Si la lees, leerás entre lineas, cierto... Pero no leerás lo que de verdad el autor quiere expresar, encontrarás significados diferentes a las frases, verás todo de color negro, esperarás a encontrar algo bonito en ese poema, pero no lo lograrás. Por que... ¿De qué sirve perderse en una poesía si no te va a gustar? Mejor olvídate de todo cuando estés triste. No seas tonta, piensa que "después de la tormenta, siempre llega la calma", después de una lluvia, el sol siempre luce, aunque tarde. Siempre lo hará. No desesperes por que todo te vaya mal. No busques respuestas en ese momento, no las hallarás. Solo encontrarás lágrimas a tu al rededor. De verdad o de cocodrilo, pero las encontrarás. ¡Qué casualidad! Cuánto tú estás mal, todos están demasiado ocupados para ayudarte, nadie tiene tiempo para ti. En cambio, si ellos están mal, y no ayudas... ¡Prepárate! ¡La que pueden armarte es buena! Por que claro, la gente para ayudar no tiene tiempo, pero para ser ayudados tienen todo el tiempo del mundo. Nunca ayudes a alguien que solo espera ayuda. No sirve de nada ser buena con esas personas, si ellas no van a dar un brazo por ti, si ellas no van a ayudarte cuando tu las necesites. Céntrate. Lee el libro, pasa de página, sumérgete de nuevo. No dejes que una persona te haga llorar, nunca. Si lo intentan, ríe te en su cara, date la vuelta, y vete diciendo que "tienes cosas mejores que hacer que escuchar las tonterías que salen de esa boca". Sonríe, camina. Si te buscan, que te encuentren. Saben donde hacerlo, como hacerlo.
No dejes que una persona te haga llorar, pero si un libro hace que llores, no te lo tomes a mal. Tienes sentimientos, todos tenemos sentimientos, y si no los mostramos en persona habrá que hacerlo a solas. Con un libro, una persona que se va, una película...
Já, una película, como aquella en la que un barco se chocaba contra un iceberg... "Titanic" creo que se llamaba. Una pareja, dos personas, una chica y un chico, no deberían de enamorarse, pero lo hacen. En contra de sus padres, de sus progenitores. El amor vence a todo, incluso a la muerte... Pobre chico, murió por conseguir que ella sobreviviese... No debería de haberlo hecho... ¿O sí? Opiniones las hay para todos, lo que si que sé es que si una película es capaz de hacerte llorar, es por que no eres de piedra. Tienes tu corazón, tienes tus sentimientos, y quieras o no, una película que te llegue al fondo, te hará llorar.

Y claro, llegamos a un punto en donde decimos "he llorado con una película, pero no en la vida real... ¿Por qué me pasa esto?" Muy simple. No tienes un hombro sobre el que llorar. No puedes esperar nada de nadie, y es que volvemos al principio. Esperas y esperas hasta que todo se calma, hasta que alguien baje de su pompita y diga "Oye, ¿te encuentras bien?" Pero no, no lo hacen, están tan metidos en si mismos que no van a bajar. Les importa bastante poco el resto del mundo. Les importa, más bien, nada el resto del mundo. Espera... ¿Qué es eso? (*Oh, viene hacia aquí, y yo con estos pelos*). "¿Te ocurre algo?" (*¿Qué? ¿Es a mi?*) Si si, estoy bien... dices. No, no estás bien. Se te nota. (*Oh, se ha dado cuenta y casi no nos conocemos*) Ya, bueno. Las cosas me sobrepasan de vez en cuando. Y sin saber por qué... Te hechas a llorar, en su hombro, por que ya son demasiadas las cosas que te pasan. Y tú se las cuentas, no sabes por qué, casi no le conoces, pero se las cuentas. Y te ayuda. Y te da consejos. Y te dice que hacer, que decir, y que callar. Y te das cuenta de que miras sus ojos. Te encuentras mirando sus labios. Y su sonrisa. Y ya no sabes que dice, por que te has perdido en su mirada. Y en sus alientos. Y no sabes como, pero ya estas despidiendo te de él, para esperar a verle al día siguiente. Para volver a perderte a su lado, mientras el está en sus movidas. Mientras él te habla y tu mueves la cabeza como una tonta.
Si, tonta. Eso dicen. Te has vuelto tonta desde que le conoces. Como aquella canción. "Mi madre a mi me ha dicho que cualquier día me matan los nervios. Dicen que me he vuelto tonta, que me he enamorado". Pero claro, a ti las cosas no te cuadran. Y esperas a ver que ocurre. Esperas a ver cómo pasan los días...
Y esperas... Y nada pasa. Pero claro, como te has vuelto tonta... Esperas.