Llámame rara,
no me atreveré a negartelo.
Estoy en un pasillo vacío,
y en vez de escuchar música,
leer un libro
o irme a donde haya gente,
te estoy escribiendo.
Ambos sabemos
que desde el día que nos miramos,
el mundo se paró bajo nuestros pies.
Y como no,
ni lo dudéis,
fue en la puerta de un bar.
Ninguno de los dos habíamos planificado nada.
Ni siquiera el simple hecho de mirarnos.
Salimos de casa con una sonrisa cada uno.
La tuya, buscaba hacer un poco más feliz el mundo.
La mía, buscaba hacerme un poco más feliz a mí.
Y fíjate,
ahora,
que aún no te has ido,
ya te echo de menos.
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